29.8.10

En las maquinaciones de los sueños la muerte es una metáfora



Me recibí de actriz. Oficialmente me entregaron mi diploma que dice, en mayúscula, ACTRIZ. Incluso fui primera escolta. Lo primero que me pregunté cuando me dieron la noticia fue: quién mierda es el abanderado? Mi espíritu competitivo me condena. Sin embargo, por alguna razón, actriz y primera escolta no me suenan bien juntos. Una especie de oxímoron. Bastará una ojeada a mi promedio para que directores y representantes se nieguen a trabajar conmigo, argumentando con parcial coherencia, que una persona que se dedica a sus libros y al estudio es una persona que no acciona teatralmente hablando. Ponele: ser nerd es opuesto a rockearla.

Lo positivo del asunto es que ya puedo entrar al mundo de la actuación por la puerta grande. Hasta ahora una suerte de pasante, de joven profesional, pero ahora que tengo mi diploma, ahora que tengo mi diploma, no hay límites para mi desarrollo profesional. Todos esos productores que se negaron a contratarme porque todavía no era egresada (con mucha razón!) pero estaban ansiosos por trabajar conmigo querrán darse por enterados que tengo el diploma de técnica en actuación en mis manos, y que.... No, no.... Técnica en actuación... SI, técnica... no, actriz nacional no.... TEC-NI-CA... Ah no sabía que ese título sólo me habilita para hacer bolos. 


  


Ustedes se imaginaran que una entrega de diplomas de una carrera tan poco ortodoxa sería una especie de orgía de personalidades elocuentes y carismáticas. Pues no. Parecíamos un grupo de egresados del traductorado de inglés. O peor todavía, de despachantes de aduana. La entrega se hizo a las 10 de la mañana, un horario indecente para nosotros, los actores. Íbamos llegando cual mamarrachos ojerosos y pálidos. Hasta me agarró un ataque de tos durante el discurso del Rector. Con flema, lágrimas y todo. Ven, ese horario hace mal.

Recibí finalmente mi diploma, un año y medio después de haber finalizado la carrera. Casi como un trámite, entré al lado de la bandera, me paré mientras pronunciaban mi promedio en voz alta, hice una reverencia al público que aplaudía antes de tomar asiento junto a mis compañeros (un público es un público) y celebré tomando café en un bar de la calle Corrientes. Más de noche torturé a mis invitados con el video de mis primeras muestras, con galletitas de chocolate hechas a ojo y con mi constante falta de concentración.

Como sigue todo esto?
Los invito a que sigan de cerca mis pasos y me acompañen en este maravilloso descubrir de las tantas formas en las que una se puede meter un diploma en el orto.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenisimo nena!!!
Vos dramatica con titulo. Yo sin el jaja
Besoo
Sol

marie pez dijo...

Jajajaja... Quedate tranqui que no se notó que era tos con flemas, lo cual la convierte en una tos mucho más decorosa, mucho más digna de una entrega de diplomas.