Bailo de nuevo. Le juré a mi concubino que no lo iba a hacer. Que la primera sería la última. Le juré que no volvería a dañar de tal forma mi autoestima y su paciencia. Igual ésta vez sólo bailo la parte "árabe". Que es la que menos me gusta, porque odio la danza árabe. Pero es la que, gracias a mi espalda deforme, mejor me sale.
Relativamente.
Las puntas, nunca más. Porque estoy gorda y porque me hacen doler hasta el alma.
Literalmente.
11.6.10
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