31.5.10

Pequenia Ficción Lustrada (?)

Tengo un novio que es casi un erudito de la Historia, especialmente la Antigua. No me pregunte como hice para convocarlo a éste circo de ridiculeces y superficialidad que es mi vida; intuyo que tiene algo que ver con el tamanio de mis tetas. Vieron que uno cuando sale con otra persona chupa toda absorbe su cultura general y su sabiduría. Siempre fui de esas (esas) que apenas empezaba a verse con alguien, averiguaba todos sus gustos y sus preferencias en cuanto a temas diversos como ser música, arte en general, deportes, estudios secundarios y terciarios; y realizaba una investigación exhaustiva para después hacerse la que sabe muchísimo de cine Israelí de la post-guerra, ponele. Con mi novio fue diferente. Porque ponerme a leer todo ese caudal de libros de Historia (entre otras disciplinas) para poder conversar y estar a su altura me hubiera llevado un largo tiempo; y además, claro, no se olviden de las tetas. O sea, dijera lo que dijera, su atención estaba en otro lado. Bien, resultó ser muchísimo más divertido, instructivo y desafiante a la vez, dejarme instruir en el día a día más cotidiano. Haciendo las compras en el super, en la cola del cine, esperando la comida en un restaurant. Toda ocasión era una buena ocasión para aprender. Después de cuatro anios de depender de la cultura ajena, me he convertido lo confieso en un fraude.

Ayer, sin ir más lejos: utilicé lo aprendido acerca de la civilización Sumeria, la astronomía y los extraterrestres (todo junto), durante una cena post-función en la Rica Vicky, mientras mis companieros más osados hacían karaoke con canciones populares Peruanas. Y es así como me hago fama de culta cuando en realidad todo mi conocimiento es hand-me-down.

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