13.5.10

Dale

Estoy incordiosa (existe esa palabra?). Llego de un ensayo y como abundante cantidad de tostadas con Peanut Butter nacional -should I say mantequilla de maní?- y miel espesa, y me siento a pensar mi itinerario ajustado para el día de maniana, que será mucho, muchísimo más agitado quelde hoy, pero que espero ansiosa, inquieta. No me gusta esperar, pero tengo paciencia. Suena a contradicción, qué aberrante. Digo: soy paciente y espero sin quejarme demasiado, porque nunca me gusta quejarme, salvo en la confianza de mi círculo íntimo, claro. Pero no lo disfruto, de hecho me incomoda. A veces me dan ganas de gritar y patalear y hacer berrinche, pero ese no sería el comportamiento adecuado para una mujer de mi edad y mi nivel de madurez psico-cognitivo (esa sí que no es una palabra). Está bien, llamenme ansiosa si quieren, a mi me gusta la gratificación instantánea, el ahora o nunca; me cabe, me cabe que las cosas sean YA. Es claramente una característica de nuestra generación acelerada y malcriada, y me importa poco y nada. Soy un exponente; mejor dicho, soy un modelo, un número. Yo quiero mis tostadas con PB & honey y mis días de corridas y la plena consciencia de que I'm a walking contradiction.

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